viernes, 16 de marzo de 2018


                             Esa paz…

Aquel día, era uno más, pero distinto, tan distinto que de un momento a otro, pasó a ser el más raro. Cada segundo, cada instante, cada momento, cada tiempo, era el más terrible de la vida. No se sabía que pasaba, no se entendía que fue, que desató esa crueldad, el porqué, por quien y para quien era ese terrible tormento a los sentidos… Pero el desorden de la inteligencia ya había hecho estragos en la humanidad, nadie sabía dónde se encontraba, donde tenía que buscar y por quien buscar. Orden es lo que se necesitaba y no se podía, pero entre las ruinas de las personas, se halló lo que a todos de una manera u otra los hizo seguir el instinto del hombre, el sentimiento más simple, el más difícil, el más complejo, el más tierno, el más serio, el más exigente, pero el más completo: EL AMOR. Por él, corrían, buscaban, lloraban, enloquecían, reían, y desanimados se mostraban solidarios, compungidos, pero todos con el dolor, con los gritos, con el silencio, con la bronca o la impotencia, se doblegaban ante la morbosidad de la injusticia, las miradas de los pocos, mutilados de la razón, la comprensión, el entendimiento, de la precaria supervivencia… Juntaron los restos de las miserias que algunos pocos, sin alma de ser humano, sembraron terror sin piedad. Pero desde que el mundo es mundo, desde que yo existo, desde que todos nosotros existimos, desde que la mayoría en este planeta existe, sabemos, urgimos, reclamamos, obligamos, que para vivir en esta viva, se necesita amor, y para tenerlo, se necesita paz, nuestra paz. Esa Paz… para este mundo.

                                                 Orlando Mario Soverchia- YoAmor     


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